OPINIÓN
Un gobierno que no sabe hacia dónde se dirige, ya llegó
«Alicia en el país de las maravillas», es una emblemática novela escrita por el británico Charles Lutwidge Dodgson, mejor conocido como Lewis Carroll, publicada en 1865. En ella se advierte un momento en que su protagonista se hallaba en la bifurcación de un camino; muy confundida preguntó al Gato de Cheshire acerca de qué camino tomar para salir de ahí, a lo que el felino le respondió que todo dependía hacia dónde ella deseaba llegar. Al expresarle Alicia «no importarle mucho el sitio», le respondió el gato, que tampoco importaba mucho el camino que tomara. «Quien no sabe hacia dónde se dirige, ya llegó».
Traigo a colación la fábula anterior, para exponer unas declaraciones del actual gobierno en boca del ministro de Turismo, David Collado, quien jactándose de ser el Mesías de la tierra de Duarte, Sánchez y Mella, gritaba a los 4 vientos las cifras records que había logrado el turismo en República Dominicana en octubre del 2021, «con la llegada“histórica” de 443,018 visitantes no residentes» y «en el período enero-octubre 3,669,761 turistas, superando con 19% la cantidad llegada en el 2019 sin pandemia; y en 7% los del 2018.
Parecería que los «asesores» del actual gobierno que preside Luís Abinader, le han recomendado batir records en materia de turismo, como una manera de enrostrarle al pasado gobierno que quienes nos gobiernan hoy no sólo son «más serios», sino también «más eficientes». México (por ejemplo) posee 10 veces la población nuestra, pero fue visitado en el 2019 por 45 millones de turistas (13 veces lo que nos visitaron a los dominicanos); sin embargo, en el año 2021, apenas recibió 31 millones (14 millones menos que previo a la pandemia).
Lejos de presumir semejante despropósito y barbaridad, el Ministerio de Turismo del gobierno dominicano ha debido establecer un riguroso protocolo de entrada de turistas al país en este período de pandemia, en donde lo más importante y prioritario debe ser la salud del pueblo dominicano; y no pretender pescar en río revuelto convirtiendo nuestro país en un vertedero de desechos turísticos para recibir todo lo que otros no admiten en el suyo. Si es cierto que la base fundamental de nuestra economía es el turismo, no menos cierto es que se precisa de sobrados conocimientos, madurez, prudencia, sensatez y buen juicio para discernir entre asegurar la salud del pueblo o generar dólares teñidos de sangre.
A propósito de presumir cifras, según las actuales autoridades pregonan y presumen el significativo crecimiento del turismo; deberían además exhibir vestidos de orgullo que en las últimas 24 horas, de 16,256 muestras procesadas, 6,200 nuevos casos de Covid salieron a relucir, lo que implica una tasa de positividad diaria de 38.14% y 20.62% en las últimas 4 semanas (boletín 660 del Ministerio de Salud). Sin embargo, el boletín 134 del 30 de julio del 2020, en uno de los más temidos momentos del fenómeno, se registró una de las más elevadas tasas de positividad, un 33.68% dentro de todas las restricciones impuestas.
Es tan inconcebible como reprochable que ante tan alarmantes cifras tengamos abierto el país sin ningún tipo de restricciones para nuestros visitantes; que el barco crucero MSC Seaview, con 146 casos positivos de Covid a bordo, luego de ser rechazado por varios destinos turísticos, sea en la terminal Taíno Bay, de Puerto Plata, el escenario en que se le reciba con los brazos abiertos sin ninguna medida de control. De esa manera no digo yo tendremos un 120% de crecimiento del turismo, sino más de 1,000%, mientras tendremos que habilitar terrenos agrícolas como cementerios para asumir las consecuencias de tan desacertadas medidas.
A mí en lo personal no me cabe la menor duda de que República Dominicana posee el mejor Presidente del mundo; tal vez el más serio y mejor intencionado; sin embargo, podría estar dirigiendo uno de los gobiernos más desastrosos de toda la región, fruto de la improvisación, el caos y desorden. Parecería que el Presidente compone unas notas y algún director de la orquesta presenta una partitura diferente a los músicos. Un ejemplo es que mientras nuestras universidades privadas llaman a clases virtuales, el Ministerio de Educación, convoca a la docencia presencial. De continuar el país la ruta surcada, presagio futuras situaciones semejantes a las vividas hoy día por países de la región que es preferible no citar. Señor Presidente, cuando desafina el instrumento, el músico está borracho o no sabe tocarlo. Yo sigo creyendo en usted.
Por: Cristian Hidalgo